Marcelo Bernstein elaboró más de una veintena de piezas artísticas con elementos descartados de las intervenciones quirúrgicas que realizó en los últimos meses, gran parte de ellas exhibidas en la muestra R.A.Q (Residuos Artísticos Quirúrgicos). El especialista en cirugías plásticas afirma que así marca la delgada línea entre su oficio y el de un artista.

No hay precedentes, ni aquí ni en el resto del mundo, de una muestra como R.A.Q. (Residuos Artísticos Quirúrgicos), pudo verse hasta el domingo 7 de septiembre en la sala 26 del Centro Cultural Borges. Esto porque los materiales utilizados por el talentosísimo y multipremiado cirujano plástico y artista Marcelo Bernstein son elementos descartados de las intervenciones quirúrgicas que él mismo realizó en los últimos meses.
 
La idea de la muestra surgió como respuesta a la desilusión que sintió al salir del Museo de Arte y Diseño de Nueva York, donde esperaba encontrarse con algo diferente. A partir de ese momento, Bernstein comenzó a plantearse que cuando regresara a Buenos Aires tenía que armar una exposición diferente pero que, a la vez, gustase e interesase. La única certeza que tenía era que debía estar relacionado con su profesión.
 
Hojas de bisturís, agujas, cajas de implantes mamarios y jeringas son algunos de los elementos que utilizó Bernstein para realizar las 22 obras que integran la muestra. "Cada elemento que uso tiene un valor agregado porque intervino en la producción de belleza, entonces no puedo ser tan desagradecido como para tirarlo. De ahí que comencé a pensar cómo podría traducir estos desechos en una obra de arte", cuenta el cirujano plástico recibido en la UBA.
 
Luego de recibirse de médico, Bernstein se especializó en Cirugía plástica estética y reparadora. Entre sus numerosos galardones figura el logrado por ser el cirujano más joven en obtener el diploma de "Especialista Consultor" en su especialidad. "Antes que cirujano plástico, soy un artista plástico. Muchas veces digo a mis alumnos que dibujen una nariz para explicarle al paciente cómo será la cirugía y no saben hacerlo; no se puede ser cirujano si no se tiene idea de la plasticidad. Lamentablemente, el 80 por ciento de los cirujanos plásticos no tiene habilidad artística sino que son repetidores de una técnica; no tienen sensibilidad artística", afirma Bernstein, quien además de atender en su consultorio particular sigue trabajando en el hospital público Ramón Carrillo porque cree que es una forma de devolverle al Estado todo lo que se le dio en materia de educación.
 
La primera pieza que creó fue "Jerinmano". Surgida a partir de modelar una "manito" con masilla e inmediatamente imaginarla levantando el émbolo de una jeringa, el exponente tiene proporciones simétricas y anatómicamente es correcta, pero lo asombroso es que se mantiene con una aguja especial que no sale del centro de la jeringa sino de un costado.
 
"Camisolín Quirúrgico", "Transición" y "Maratón Quirúrgica" son las piezas para las cuales contó con la ayuda de sus tres hijos. Quizás la más emotiva es la segunda, ya que los elementos principales son las férulas termoplásticas que su hijo Tobías usó después de distintas cirugías durante su niñez.

En esta obra se plasma la idea principal de Bernstein: transformar el dolor en algo positivo. Y seguramente coincida con el sentimiento de médicos pediatras que visitaron la muestra y sacaron fotografías para llevárselas a los niños del hospital, porque encontraron en ellas un gran valor didáctico para mostrarles que los elementos invasivos y punzantes pueden también transformarse en algo inofensivo, restando dramatismo a las intervenciones.
 
La muestra en sí no tiene un bien ganancial. Lo recaudado por la venta de cada obra será íntegramente destinado a la cooperadora del hospital público que el comprador elija. Algunas obras ya fueron vendidas, pero los compradores permiten que sigan formando parte de la muestra mientras ésta recorra museos de Estados Unidos e Israel el próximo año.